Sabemos que todos, todas y todes somos diferentes: provenimos de distintas familias y de diversas culturas, nos diferenciamos en nuestras costumbres y aspectos, hasta en las ideas y cosas que valoramos. Mucho de ese conjunto de características va constituyendo quiénes somos y quiénes queremos ser. 

En esa construcción constante de nuestra identidad, la discriminación es una barrera que nos limita al desvalorizar alguna o varias de nuestras particularidades. Es importante destacar que nuestras diferencias nunca deben servir para que alguien o un grupo se crea superior a otro restándole posibilidades o quitándole lo que le corresponde. Porque no sólo somos diferentes, también tenemos iguales derechos a serlo. En un marco de respeto por los derechos de las personas,  la no discriminación es el respeto por la diferencia y la diversidad cultural. De esta forma, la igualdad y la universalidad de los DDHH deben ser entendidas no como una negación de las diferencias sino como la aceptación de las mismas. 

 

Identidades y pertenencias

Cuando hablamos de identidades no nos referimos a una esencia interior, a algo que no cambia, ni que depende sólo de nosotrxs, sino a las formas en las que nos relacionamos con otras personas y con el mundo en general. Las identidades pueden comprenderse, fundamentalmente, teniendo en cuenta los procesos educativos, culturales y vínculos afectivos por los cuales vamos conformando “quiénes somos”.

En este sentido, la identidad es algo plural. Somos a partir de múltiples características, si consideramos sólo una de ellas, por más que sea la que consideramos más importante, o la que más resalta para otrxs, nunca va a ser una definición de quiénes somos ni de quiénes debemos ser.

Las identidades son el producto de nuestras relaciones sociales en un momento histórico y cultural determinado. Tanto la nacionalidad de la que nos sentimos parte como la comida que nos gusta, la música que escuchamos o la ropa que usamos, y también cómo definimos nuestro género y nuestra sexualidad, son resultado de procesos complejos de construcción relacional. Esto es así, independientemente de alguna característica de tu personalidad que puede no cambiar nunca, aun en los más diferentes contextos. Obviamente, a veces cambia el cómo se valora esa característica.

La pertenencia a un grupo va a estar relacionada con la diferenciación respecto de otros grupos. Solo es posible pensar un “nosotrxs” en relación a “otrxs”. Por eso decimos que la identidad es relacional, porque está en relación con las demás personas y grupos que nos rodean, con quienes establecemos relaciones de afecto, empatía o diferencia. 

En la sociedad existen identidades que son más valoradas que otras, pero esto no tiene que ver con una característica propia de cada una de ellas, sino con el propio funcionamiento del paradigma de la “normalidad”. Es la propia noción de normalidad la que construye jerarquías entre las diferentes personas o grupos identitarios, haciendo que algunas valgan más que otras. El problema con las identidades no son las diferencias que se establecen entre ellas, sino que “lo normal” transforma esas diferencias, primero en defectos, y luego en desigualdades. 

La idea de “normalidad” es que la normalidad es una construcción socio-histórica. Por ejemplo, lo que se ha considerado “normal” en un momento y lugar, de hecho, puede no serlo en otros. Crea mecanismos de jerarquización basados en diferencias reales o imaginarias (edad, sexo, fuerza física, color de piel, etc.) lo que hace que ciertas características se valoren como superiores y otras como inferiores. Así, se ha construido una mirada hegemónica, es decir, el predominio de una mirada del mundo sobre otras, que se presenta como la única mirada posible. Una visión que termina imponiendo categorías, clasificándonos en buenos/malos, superiores/inferiores de acuerdo a los valores, prácticas o características construidas como normales.

En función de la normalidad es que al “diferente” se le exige mimetizarse con “lo normal” para no ser discriminado. De esta manera, las personas terminamos siendo cosas fáciles de agrupar y clasificar y se invisibiliza la diversidad propia de toda sociedad.

El modelo o paradigma de “normalidad” es ese modelo en el que lo más legitimado es ser varón, blanco, adulto, con educación formal y recursos económicos, católico, heterosexual y sin discapacidad visible. Quienes no entran dentro de ese ajustado esquema, son vistos como los “diferentes”, los “anormales”, los “inferiores”, los “peligrosos”. Lo más notorio es que ese conjunto de creencias (o paradigma) de “lo normal” aún sin ser “real” produce efectos reales de discriminación y desigualdad en la sociedad.

 

¿Qué es el racismo?

Es una forma de discriminación étnico racial basada en una corriente ideológica que busca fundamentar a partir de clasificaciones biológicas y culturales la superioridad de algunas personas o sociedades sobre otras. Generando prácticas sociales discriminatorias y opresivas. 

Puede rastrearse su origen histórico en la Europa del siglo XIX. 

El término raza es una creación de los discursos racistas. A algunas etnias, colores de piel o formas culturales que eran diferentes de la “blanca” occidental se las consideraba desde el racismo como inferiores o subhumanas. En estos discursos, el concepto de raza era utilizado para hablar de seres humanos superiores e inferiores. Con el paso del tiempo fueron descalificados desde múltiples disciplinas, pero principalmente desde la genética, ciencia a la que habitualmente apelaban. Ya en 1950,  la Declaración sobre la Raza de la UNESCO declaraba que  la única raza es la raza humana. 

   

A pesar de todo esto, en la actualidad existen diferentes formas de racismo que muchas veces no son vistas como tales, son prácticas que siguen reproduciéndose, incluso de maneras cada vez más sutiles.  

Esto  implica que una persona o grupo perteneciente a una etnia determinada pueda ser  juzgado como diferente, y a la vez como inferior en jerarquía, cualidades, posibilidades y derechos. Se expresa de distintas maneras entre sujetos y grupos sociales, sea mediante mecanismos simbólicos y acciones cotidianas, o hasta como acciones públicas. 

En nuestro país, en gran parte de nuestra historia, se negó el componente indígena y afroamericano en nuestras sociedades, a partir de la reducción de las diversas identidades en una sola y homogénea. Así se cristalizó en el imaginario social la idea de que “la Argentina desciende de los barcos” o que “Argentina es un país sin indios ni negros”.  Sobre esta negación histórica se construyeron las bases estigmatizantes de la discriminación racial, política, social, económica y cultural hacia los pueblos originarios y afrodescendientes en Argentina. 

En muchos casos, las manifestaciones del racismo son más evidentes. Podemos notar y sentir las diferencias raciales reflejadas en las dificultades de acceso a servicios, recursos y la vulneración de derechos que sufren algunas personas. 

Sin embargo, también podemos observar los efectos del racismo en los anuncios de publicidad, los medios de comunicación y las redes sociales. Las prácticas discriminatorias basadas en la apariencia (rasgos del rostro, cabello, color de piel, imagen del cuerpo) y en el estilo de vida son formas discriminatorias mediante las cuales las concepciones del racismo clásico se actualizan, instalando lo que se podría llamar como racismo estético.

Muchxs adolescentes y jóvenes padecen estas situaciones de forma constante, y a menudo estas prácticas se muestran con prejuicios, estereotipos y creencias erróneas, que terminan afectando sus vidas y vulnerando sus derechos.

 

Estereotipo --> una imagen, idea o noción que tengo sobre otrx,

Prejuicio --> Lo que opino sobre otrx sin conocerlo realmente. 

 

  • Estereotipo: Consiste en una imagen estructurada y aceptada por la mayoría de las personas como representativa de un determinado colectivo.
  • Prejuicio: Consiste en tener una opinión o idea acerca de un/x miembrx de un grupo sin realmente conocerlx.
  • Discriminación: Trato diferente y prejuicioso que se da a una persona por motivos de pertenencia étnica, sexo, ideas políticas, religión, etc.
  • Estigma: Cuando un estereotipo particular adquiere una fuerte carga negativa acusatoria estamos en presencia de un estigma que tiende a excluir del sistema a una persona o grupo.
  • Etnia: Conjunto de personas que pertenece a una misma comunidad lingüística y cultural.
  • Nacionalidad: Condición particular de los pertenecientes a una nación.

 

¿Qué es la xenofobia?  

La xenofobia implica la estigmatización hacia una persona o grupo, fundada en su origen nacional, manifestada a través del desprecio, rechazo, agresión y cualquier otra forma de violencia que lesione, restrinja, altere, menoscabe, amenace y/u obstaculice el acceso a los derechos y libertades de las personas.

Sobre las personas migrantes de países cercanos y de pocos recursos, recaen hoy buena parte de los prejuicios y estereotipos racistas y xenofóbicos en nuestro país. En menor medida, también, hacia personas de países asiáticos, comunidades gitanas y personas provenientes de países africanos. 

Esta estigmatización se ve reflejada y reproducida en algunas situaciones recurrentes. A modo de ejemplos, se puede mencionar la frecuente y falaz vinculación de la persona migrante con la conducta delictiva, la denominación “ilegal” asociada a la figura del migrante que posee su documentación en situación irregular, aun sabiendo que esto no constituye de ninguna manera delito, o la acusación de utilizar indebidamente servicios públicos como la salud y la educación, y así diferentes tipos de representaciones socialmente instaladas que ubican al migrante dentro de un colectivo categorizado negativamente.

 

Cada una de nuestras características, deseos, formas de hablar, dónde nacimos, nos hace diferentes a otras personas. Por ello, es importante reconocer ese “nosotrxs”, como una diferencia más. Generalmente cuando pensamos a quiénes discriminamos, la respuesta más inmediata es “a quienes no son como nosotrxs”, sin reflexionar quién es ese “nosotrxs” y sin reconocerlo como una diferencia más.

Toda discriminación es violenta. 

Dentro de tu grupo de amigxs, tu escuela, tu barrio es posible aprender a reconocerte y reconocernos,  promoviendo la inclusión, la reflexión y el respeto por la diversidad. 

Es importante estar en contra de cualquier mensaje racista y xenófobo, siempre.

¡Si no lo permitís en la vida real, no lo permitas en las redes sociales!

 

Algunas frases con tono racista y xenófobo:

  • “Qué negro de mierda”
  • “Andá a tu país, deja de robarnos el trabajo”
  • “Nigga”
  • “Trabajé como negro”
  • “Que cara de bolita”
  • “Paragua”
  • “Cerrá la puerta indio. ¿Vivís en carpa?”
  • “Sos la oveja negra de tu familia”
  • “¡Lo siento, esto no es para gente como vos!” 
  • “Negro catinga”
  • “Lo que estás haciendo es una negrada”

 

PALABRAS RACISTAS:

  • KILOMBO: En la época colonial de América Latina, el concepto se empleaba para nombrar al sitio donde se reunían lxs esclavxs traídos de África, asociado a "espacio de libertad". Un ejemplo fue el Kilombo dos Palmares, ubicado en Brasil. En la actualidad la palabra “quilombo”, vulgarizada en la jerga popular es usada como sinónimo de relajo o desorden.
  • TRABAJO EN NEGRO: La forma correcta y no racista es “trabajo registrado o informal”. Decir trabajo en blanco también es racista. Todas las palabras que hagan alusión a lo negro como algo malo, son expresiones racistas. Por ejemplo: Mano negra, día negro, etc.
  • DENIGRAR: Nace etimológicamente del latín denigrare que significa “ennegrecer”, es decir rebajar a la categoría de negro, relacionando al negro como un aspecto negativo.
  • GUARANGO: Palabra utilizada para insultar a las personas que hablan guaraní.
  • INDIO: Se usa para ofender a quienes tienen ascendencia de pueblos indígenas u originarios.

 

No son opiniones o discursos neutros, sino acciones cotidianas, palabras ofensivas que pueden llegar hasta el delito de odio sobre el que todxs tenemos responsabilidad. 

¡Basta de discriminación por nacionalidad, color de piel, pertenencia étnica y clase social!

 

Conocer, informar y educar para prevenir.

Una sociedad que discrimina no solo es injusta, sino que también pierde su potencial de desarrollo social, cultural y económico. 

Combatir la discriminación y promover la inclusión es un deber del Estado y un compromiso de todxs.

 


Si vos o alguna persona que conocés sienten vulnerados sus derechos por su nacionalidad, color de piel o pertenencia étnica, podes escribirnos o llamar  al 3624272421, número de denuncia de la delegación del INADI en la provincia. También se pueden realizar consultas al correo electrónico: chaco@inadi.gob.ar o ingresando a  www.facebook.com/InadiChaco

 

Fuentes:

  • INADI (2014) Guía para jóvenes: somos iguales y diferentes. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 
  • INADI (2013) Material de apoyo para la realización del ensayo. 2° Parlamente federal Juvenil. Por una Argentina sin discriminación. Consejo Federal de Politicas Publicas Anti discriminativas.